
Hago una pausa de reflexión
y descubro:
Me he vuelto una monja
(susto-decepción).
Vaya estupidez.
Me resigné ya a una vida estable;
yo no soy así (horror-horror).
Qué pasó con esa puta divertida
que habitaba mi exterior.
La sometí tanto que se ahogó.
Se volvió un animalito insulso
con grandes ojos y vello suave
(tristeza-indignación).
Y cada vez
que quiere pasear la puta,
una risa (nunca propia)
la detiene
y le pellizca un muslo
mientra reprocha su nombre
(siempre propio).
¡Qué aburrida estoy!