"Cuando me rindo del dolor al peso,
cuando la negra duda me avasalla,
se me cuelga del cuello, me da un beso,
se le saltan las lágrimas, y calla."
Juan de Dios Peza
¡Cómo me sientes, Amor!
me adivinas y sabes
cuando nada he pronunciado
te lastima el fulgor
que me ves en los ojos
porque sabes que no te pertenece.
Me sientes vibrar la piel
en tu piel misma
y me cobijas la carne áspera de reptil,
mis escamas ponzoñosas te dan fiebre...
y así, aún así
no dudas en apretar más.
Mi descaro vuelve tu vista más miope
y mi desdén encuentra en ti aprecio
y te hundo más la daga de un desprecio
para sentir tu frágil corazón de uva.
Te estrujo cruel entre mis manos crueles
y la tibia tristeza que destilas
la fermento yo con el impudor de mis mieles
mientras te acaricio suave, con hipocresía...
y con ademán de gata te seduzco
y espero a que reposes en mi vientre
y el dulce destilado de lo que sientes
se torna en vino para mi exigente lengua.
"¿Por qué?" preguntan tus ojos suplicantes...
no sé, tal vez es mi naturaleza:
ser un día dulzura
y al otro acre pócima que envenena.
Mas mi ser malvado y voluble
nunca duda darse con perversidad
y a ti, quien más amo entre todos los hombres
el trago más áspero te ha de tocar.
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